En realidad, el Vomitorium es el pasaje detrás o a un lado de los anfiteatros, por los cuales la multitud abandonaba el recinto al final de las presentaciones.
Sin embargo ¿de dónde surge la leyenda o mito de los Vomitoriums?
Bueno, es que en verdad los antiguos romanos no eran muy pulcros que digamos, y sus modales a la mesa no eran tan refinados como se cree comúnmente.
La mal interpretación surge debido a un texto de Ciceron, en el cual narra como Julio Cesar evitó un intento de asesinato gracias a que vomito después de una cena, (en lugar de ir a la letrina a vomitar; donde su asesino lo esperaba), Julio Cesar decidió simplemente vomitar en el suelo de su habitación, y así evitó ser asesinado.
Un poco de historia no nos caería mal en este punto, quizá todos somos conscientes de lo extravagantes y “decadentes” que podían ser los banquetes romanos.
Habiendo tantos platillos y vino, los festines romanos duraban noches enteras… ¿pero como hacían las personas para comer sin parar durante toda la noche?
Pues bien, de acuerdo con Seneca, los romanos vomitaban; así podían comer más y vomitar más, sin embargo, como se ha señalado, “no eran tan pulcros ni tenían tan buenos modales”, y es que la mayoría de los romanos no sentían la necesidad de abandonar el comedor para vomitar durante o después de una cena, y aunque tenían tanques especiales situados cerca de los comedores, generalmente también tenían vasijas designadas con el mismo propósito, así; únicamente bastaba reclinarse en sus asientos y vomitar; aunque a veces simplemente vomitaban en el suelo del comedor.
¿pero quién se encargaba entonces de limpiar ese desastre? Bueno, como era una necesidad, tenían esclavos cuyo trabajo era arrastrarse por el suelo y limpiar el vomito.
Esta desafortunada labor de “recolector de vomito”, la describe Seneca: “Cuando nos reclinamos en el banquete, un (esclavo) limpia los “escupitajos”; otro, situado cerca, recolecta todo el vomito que dejan los ebrios”.
Y no, claro que los esclavos no podían salir de el comedor por un poco de aire fresco, en “el banquete de Trimalchio”, parte del Satyricon de Petronio, Trimalchio, (un ex esclavo quien se volvió rico), describe lo siguiente: “Ningun esclavo puede dejar la habitación sin permiso de su amo, la pena son cien latigazos”. Uno podría pensar que un ex esclavo podría mostrar algo de compasión, pero, tristemente, como cualquier “nuevo rico” de hoy en día, era tan malvado como cualquiera de su status.
Así que ya saben amigos míos, no todo es lo que parece; o como nos dicen o creemos que es, aunque la historia también puede darnos desagradables y curiosas sorpresas.
http://oxforddictionaries.com/definition/vomitorium
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